Uno de los dilemas más complejos desde el punto de vista de la teología y la interpretación bíblica, es tratar de entender la relación entre las cosas que experimentamos, recibimos o tenemos, o que carecemos de ellas, y la relación con Dios o lo que denominamos estar en bendición.
Primero, muchas personas asocian, de manera indiscriminada, que si situación económica es buena, si su salud es buena, si las cosas le están saliendo bien en lo personal, emocional etc, es es que Dios los está bendiciendo; en otras palabras, piensan que «si estoy bien, es porque Dios me bendice, por lo tanto mi relación con Dios es buena».
Esto no sería malo, sino fuera porque, en muchos casos, la vida de estas personas está sumida en pecado, comportamientos contrarios a la Palabra de Dios, abiertamente en condición y práctica constante de pecado; pero, «les va bien», de allí deducen, de manera errónea, que Dios lo está bendiciendo.
Surgen dos problemas con esta creencia. La primera, asociar bienestar físico, emocional y prosperidad material con bendición. Esto es bastante común, particularmente porque en la Biblia jamás se dice que si una persona es próspera es evidencia que su relación con Dios es muy buena, como tampoco se dice que si una persona está enferma o en pobreza, su relación con Dios no es buena; pues hay claros ejemplos bíblicos de personas que hacían lo correcto y tenían una magnífica relación con Dios, y estaban en pobreza o enfermedad, a ellos les bastaba la gracia.
El segundo problema planteado es que una persona puede estar en buena condición económica, de salud, emocional y materialmente próspero, pero en una condición espiritual muy precaria y abiertamente contraria a Dios, pero el enemigo le «hace creer» que su estilo de vida es correcto y que su comportamiento es bueno y que la evidencia de ello es su «prosperidad». Este engaño es sútil; pues el mensaje es este: «Lo que estás haciendo no es malo, si fuera malo, Dios no te bendeciría como lo está haciendo».
¿De donde viene la confusión? Primero, de creer que todo lo que una persona tiene o recibe, es bendición de Dios, pero esto no es necesariamente cierto, pues las condiciones de vida, el libre albedrio social y moral, las oportunidades de mercado etc, pueden «favorecer» a una persona en su condición económica; ejemplo de ello pueden ser las personas que trafican con drogas, armas, trata de personas etc, cuyas condiciones económicas son «muy buenas», o que trabajan muy duro; pero su vida espiritual es un desastre.
De otro lado, hay personas honestas, fieles, trabajadoras, incansables, pero su condición económica no es la mejor, incluso su salud no es la mejor, pero su vida espiritual es plena y su relación con Dios es magnífica. ¿Es comprensible que sea así? claramente no, pero esas cosas están en la insondable soberanía de Dios.
Finalmente, creo que Dios bendice la obediencia y que finalmente castigará la desobediencia; creo que el deseo de Dios es nuestro bienestar, pero también creo que el enemigo confunde a muchas personas, haciéndoles pensar que sus mejores condiciones económicas o sociales o su supuesta prosperidad, son evidencia que Dios está de acuerdo y bendice su estilo de vida. Recuerde que el diablo es mentiroso y padre de la mentira, no se deje engañar.